El lado más sucio del Bitcoin: consume más energía que Chile
La criptomoneda del momento tiene mucho de tech y no mucho de verde.
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Sus promotores aseguran que será la moneda del futuro; que en un tiempo no muy lejano todos estaremos pagando con bitcoins. Pero a un valor por sobre los US$ 46 mil cada uno, la criptomoneda no parece muy accesible a todos, sino un activo elitista.
No todos son Elon Musk, CEO de Tesla, empresa que adquirió US$ 1.500 millones en bitcoins. No todos son Cathie Wood, CEO de ARK Investment, con más de US$ 420 millones en inversiones de sus ETF (ARKW) en la criptomoneda. De hecho, los principales tenedores de bitcoins son multimillonarios, como los famosos gemelos Winklevoss, cofundadores de Facebook.
Esto no ha impedido que cada vez más personas quieran unirse al rally, inspirados también por Musk, Wood y una nueva generación de empresarios e inversionistas activos en las redes sociales. En los últimos 12 meses, el precio del bitcoin ha subido 435%, lo que ha motivado un aumento de la minería por generar nuevas criptomonedas, y con ello su uso de energía.
Bitcoin, la más popular de las criptomonedas hasta ahora, se creó en un software abierto y una red descentralizada de cadena de bloques (blockchain).
Para aprobar cada transacción, por ejemplo la venta de un bitcoin o un pago con la criptomoneda, se requiere que ese bloque de información sea validado para que pueda formar parte de la cadena. Esas operaciones, que garantizan el funcionamiento y estabilidad de la red, están a cargo de los denominados mineros. Se les llama así, porque a través de estas operaciones también generan la emisión de nuevos bitcoins.
Cuando el creador de la criptomoneda, bajo el seudónimo Satoshi Nakamoto, publicó su protocolo de creación en 2009, estableció que, por cada bloque de información un minero podía recibir unos 50 bitcoins. En ese entonces la criptomoneda se valoraba en centavos de dólar. El sistema fue diseñado para que esa recompensa se fuera reduciendo en el tiempo. Hoy, cada 10 minutos, tiempo en que se genera un nuevo bloque, un minero recibe 6,25 bitcoins, equivalentes a US$ 279 mil al precio actual.
De ahí el atractivo de la minería de criptomonedas y su profesionalización. Cualquiera puede unirse a la red, solo requiere de un computador de alta capacidad, que pueda realizar miles de operaciones matemáticas por minuto. El primero en resolver la operación es quien escribe el nuevo bloque y se adjudica los nuevos bitcoins.
"Estas computadoras no están realizando complejas operaciones matemáticas. Todo ese poder computacional está dedicado a probar una infinidad de combinaciones numéricas, hasta dar con la correcta para resolver el bloque", explica el científico de datos holandés, Alex de Vries, creador de Digiconomist.
Si los primeros mineros eran entusiastas informáticos, con computadoras caseras, hoy el incentivo económico ha hecho que monten verdaderos complejos computacionales. Para ello requieren de un alto suministro de energía. Según cálculos de Digiconomist, que comenzó su medición en 2016, el consumo eléctrico de la red de bitcoin se ha casi duplicado (95%) en los últimos dos años, hasta llegar a los 77,8 Teravatios por hora (TWh). Esa es la misma cantidad de energía que consume Chile en un año. Esto la haría una de las industrias más intensivas en el uso de energía relativa a su tamaño.
Los impulsores/defensores de la criptomoneda han criticado masivamente a de Vries desde que comenzó sus cálculos. Pero los del Centro de Finanzas Alternativas de la U. de Cambridge son aún mayores. Su última estimación es que la red de bitcoin consume en un año 125 TWh, lo mismo que Argentina.
Según los analistas de la U. de Cambridge, los mineros en China concentran el 65% de las operaciones mensuales de la red. Le siguen muy de lejos (7,24%) los ubicados en EEUU. En el ranking aparecen luego Rusia, Irán y Kazajstán. En Latinoamérica, son los mineros venezolanos (0,42%) los que realizan más operaciones. "Para que la minería sea rentable se requiere de energía barata. Por eso la mayoría se asienta en países donde la electricidad que se genera usa en gran parte fuentes fósiles", dice de Vries.
Esto hizo que no fueran pocas las críticas a Musk, quien dice querer combatir el cambio climático con sus autos eléctricos y paneles solares caseros. También es un activo complicado para fondos de inversión, que han prometido apegarse a los principios de sustentabilidad. Blackrock, por ejemplo, ha registrado ante la SEC cambios que permitan a dos de sus fondos invertir en instrumentos vinculados a la criptomoneda.
El problema radica en que para inversionistas o empresarios que dicen apoyar la carbono neutralidad es difícil explicar su apoyo a un activo con una huella de carbono similar a la de Noruega. Cálculos de Digiconomist, estiman que cada transacción con bitcoin genera la misma huella de carbono que 717.518 transacciones con una tarjeta de crédito Visa.
Uno de los argumentos que usan los defensores de bitcoin en esta área es la participación, cada vez mayor, de fuentes de energía renovable para la minería de la criptomoneda. Incluso, que en algunos casos se usarían excedentes de producción. Pero analistas de Bloomberg Energy Finance han determinado que de la energía que se produce en Xinjian, provincia china donde se concentra 35% de la generación de bitcoin, menos de un cuarto viene de fuentes renovables. Para el resto se usa carbón.
Otro argumento de los defensores del bitcoin es que el gasto de energía de la red es -seguramente, no hay cifras- mucho menor que el consumo de la Reserva Federal. Pero de Vries plantea que la escala de alcance no es comparable. "¿A cuánta gente beneficia la red de bitcoin?", pregunta. La respuesta es: bastante menos que el alcance mundial que tienen las decisiones de la Reserva Federal.
"Gastar energía en asegurar y hacer funcionar un sistema de pago no es ninguna pérdida de tiempo... Servicios necesarios para el correcto funcionamiento de las monedas más extendidas como los bancos, tarjetas de crédito y vehículos acorazados, también necesitan muchísima energía. Al contrario que Bitcoin, ese consumo de energía no es transparente y no puede ser medido", sostiene el sitio bitcoin.org, que responde a los creadores de la criptomoneda y funciona como una fundación.
El argumento contrasta con lo limitado del alcance del bitcoin hasta ahora. Registros de BitInfoCharts muestran que hay 36,2 millones de "billeteras" de bitcoins en todo el mundo, pero un 91% de ellas tiene en sus balances menos de un bitcoin, mientras el 0,06% tiene 11,5 millones de los 18,6 millones de bitcoins que hay en circulación.
En bitcoin.org sostienen que el sistema se hará más eficiente con el tiempo, y además a medida que se llega al límite de 21 millones de bitcoins establecido en el protocolo por Nakamoto, la minería debería hacerse menos atractiva. Pero nada impide que el sistema se divida. De hecho, ya hay presiones por ampliarlo. "Y si no fuera ese el caso, ¿qué pasará con toda esa basura electrónica?", pregunta de Vries, cuando la gran cantidad de minas de bitcoin ya no sean necesarias.